Detrás de cada seudónimo, Nepo, Rosita, Martillo, Plomito, Parda, Pajarito, Canario, Inge, Bebe -algunos, nombres de guerra; otros, apodos familiares que derrotaron a la compartimentación de la clandestinidad política- hay personas de carne y hueso, hombres y mujeres que en estos relatos comparten un impulso primario: el del ser humano que se resiste al cautiverio y busca su libertad. El ingenio, el heroísmo, la determinación, el coraje, la constancia, son los elementos que aguzan la mente, reprimen el miedo, tensan los músculos y disparan el impulso. Es la búsqueda irreprimible de la libertad, cuando a veces la libertad significa la vida. Algunos lo logran, algunos fracasan, otros se reprimen. Son las fugas individuales de los prisioneros políticos uruguayos, incidentes que no se conocen, que unos ocultaron para no quedar en evidencia y otros callaron por modestia. Son episodios que se despliegan en un contexto de vértigo, con el hilo conductor de una experiencia colectiva cuya condición de historia aún no ha fraguado. Son historias de hombres y mujeres que representan a una juventud fértil, lúcida, generosa. Son, también, eslabones de la memoria a rescatar. |